Toni Martínez
La Marea, 15/07/2012
Hablar de los Fabra en la provincia de Castellón es hablar de poder. Desde hace siglo y medio gobiernan con mano dura un órgano como la Diputación, una entidad muy importante en una provincia donde la densidad de población es muy pequeña, excepto en algunas localidades costeras. Los Fabra dominan y controlan perfectamente toda la provincia: el interior porque es donde nacieron y donde, en Lucena del Cid, son idolatrados; y la costa por donde han extendido las ayudas económicas de la Diputación y sus tentáculos políticos.
El primer miembro del ‘clan’ con renombre político fue Victorino Fabra Gil (1818-1893). Conocido como ‘el agüelo Pantorrilles’, por su indumentaria rural, fue hijo de unos tejedores y labró su futuro político participando en la guerra carlista y de la mano de la Unión Liberal. Su meteórica carrera le llevó al frente de la Diputación que presidió en varias ocasiones desde 1874 hasta la fecha de su muerte, en 1893. A partir de ahí, el apellido Fabra está ligado inexorablemente a la Diputación. Un hijo de ‘Pantorrilles’, Luís Fabra Sanz, y sus tres primos, Victorino, Plácido e Hipólito se repartirán la Diputación durante casi dos décadas. Todos ellos se mueven perfectamente en Madrid donde ofrecen sus votos a los diferentes gobiernos a cambio de mantener el poder en la provincia.
La herencia al ‘trono’ le corresponde a Carlos Fabra Andrés, hijo de Luis Fabra Sanz y padre del Carlos Fabra ‘moderno’. Fabra Andrés es uno de los fundadores de la Juventud Católica en Castellón y, como recuerda el historiador Vicent Sanz Rozalén, cuando estalla la Guerra Civil “se alista en el ejército franquista”.
La victoria del bando sublevado y la dictadura vienen muy bien a la familia. Carlos Fabra Andrés es nombrado en 1939 delegado de excombatientes y cuatro años después ocupa el cargo de secretario provincial del Movimiento Nacional, el brazo político del franquismo y donde radica realmente el poder de influencia sobre el dictador. Tras su paso por el movimiento, Carlos Fabra, padre, ocupa otros cargos como el de alcalde de Castellón y de presidente de la Diputación. Su hijo ya tenía 15 años y preparaba su paso a la nueva generación.
Don Carlos llega a la política de la mano de la UCD, aunque pronto se pasa a la militancia en la Alianza Popular de Manuel Fraga Iribarne. Pronto llega a ser concejal en el Ayuntamiento de Castellón y en 1995 llega a la presidencia de la Diputación que no abandona hasta hace tres años. La carrera de don Carlos está marcada por su situación judicial y sus 94 cuentas bancarias conocidas. El caso de corrupción que lleva su nombre está en los juzgados de Nules desde hace nueve años. Se le acusa de delitos fiscales, tráfico de influencias o cohecho, pero aún no ha habido juicio. De hecho, por el juzgado han pasado varios magistrados y además el juez que instruye ahora la causa ha denunciado ante el Consejo General del Poder Judicial haber sufrido presiones para cerrar el caso.
La saga de los Fabra ya tiene continuidad. Andrea Fabra, hija de don Carlos, tras pasar por Telefónica, es elegida senadora de libre designación por Castellón en 2004. Cuatro años después pasa al Congreso de los Diputados donde ocupa actualmente el escaño desde donde lanzó su ya famoso “que se jodan” cuando se aprobaban los recortes a los parados el miércoles pasado. La hija de don Carlos está casada con Juan José Güemes, también político del PP y exconsejero de sanidad de Esperanza Aguirre.
La última metedura de pata de Andrea Fabra podría acabar con su carrera política en Madrid. Algunas voces en Castellón ya temen un posible regreso a “casa”, más ahora que en la Diputación no hay ningún Fabra en el poder. Sí lo hay en la Generalitat, Alberto, aunque el President se empeña en negar cualquier vínculo familiar con la saga.
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